Abogado de accidentes de tráfico en Alicante

El accidente fue un golpe. La solución, no

Si te has visto implicado en un siniestro conduciendo, es probable que no solo tengas que enfrentarte a las aseguradoras, sino también a responsabilidades penales que pueden conllevar retirada de carnet o incluso penas de prisión. En Lawfidence cuentas con un abogado de accidentes de tráfico en Alicante especializado en derecho penal, que te defenderá con firmeza y claridad para proteger tus derechos en un momento tan delicado.

Sabemos que un accidente con consecuencias penales puede cambiarte la vida. Por eso, ponemos a tu disposición un equipo cercano, con experiencia en los Juzgados de Instrucción y Penal de Alicante, que trabajará contigo con transparencia y la claridad que necesitas en un momento tan difícil.

Te ofrecemos una primera consulta gratuita, donde analizaremos tu caso y te explicaremos qué opciones legales tienes. Solo así podrás tomar decisiones con tranquilidad y con la certeza de estar bien asesorado.

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Tu caso importa. Tu tranquilidad, más aún

Tu caso importa porque cada detalle puede marcar la diferencia en un procedimiento penal. Tu tranquilidad importa aún más, porque sabemos lo angustiante que es enfrentarse a un juicio. Nuestro equipo de abogados penalistas en Alicante te acompaña desde el primer momento: asesorándote en comisaría y protegiendo siempre tus derechos con total transparencia.

Abogado Penalista experto en accidentes de tráfico

Los accidentes de tráfico pueden ir mucho más allá de una reclamación civil o una negociación con la aseguradora. En ocasiones, derivan en delitos contra la seguridad vial, recogidos en el Código Penal (arts. 379 a 385 ter), que pueden suponer sanciones muy graves. Se trata de situaciones como:

  • Conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas.

  • Exceder los límites de velocidad de forma peligrosa.

  • Conducción temeraria que ponga en riesgo la vida de otros.

  • Negarse a realizar las pruebas de alcoholemia o drogas.

  • Accidentes con resultado de lesiones graves o fallecimiento (arts. 142 y 152 del Código Penal, homicidio o lesiones imprudentes).

En todos estos supuestos, el procedimiento penal es inevitable, ya sea porque se abre de oficio o porque otra persona interpone denuncia. En ese momento, contar con un abogado penalista no es un lujo, es una necesidad vital.

La diferencia entre tener un abogado experimentado y no tenerlo puede marcar tu futuro.

Si eres conductor y te enfrentas a un procedimiento penal, te ayudamos a reducir o evitar las consecuencias más graves, construyendo una estrategia legal sólida basada en pruebas, informes periciales y la experiencia en sala que nos avala. Nuestro objetivo es que salgas de este proceso con la menor afectación posible en tu vida personal y profesional.

Si has sufrido las consecuencias por la imprudencia de otro conductor, estamos contigo como acusación particular para reclamar justicia y una indemnización justa. No se trata solo de dinero, se trata de que tu sufrimiento sea reconocido y de que el responsable asuma su conducta.

En ambos casos, nuestra labor es dar voz a tu historia y convertirla en una defensa firme frente a los tribunales.

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Cuando se produce un siniestro, no siempre estamos ante una simple reclamación de seguros o un procedimiento civil para obtener una indemnización. En muchos casos, ese accidente puede conllevar la comisión de uno o varios delitos tipificados en el Código Penal, lo que abre la puerta a un procedimiento penal con consecuencias muy serias. La clave está en que un percance así no solo genera daños materiales o personales, sino que también puede evidenciar conductas de riesgo que el legislador ha querido sancionar para proteger la seguridad de todos los usuarios de la vía.

Uno de los delitos más frecuentes es la conducción bajo los efectos del alcohol o las drogas. Si tras un accidente el conductor da positivo en un control de alcoholemia o drogas, puede enfrentarse a un procedimiento penal, incluso aunque no se hayan superado los límites legales en caso de que quede demostrado que la capacidad de conducción estaba alterada. También ocurre lo mismo si se ha circulado a velocidades excesivas.

Otro delito que suele aparecer vinculado a los accidentes es la conducción temeraria. Se trata de aquellos casos en los que la forma de conducir ha puesto en riesgo concreto la vida o integridad de las personas, por ejemplo, adelantamientos indebidos o maniobras de especial peligrosidad. Si además el juez aprecia que existió un manifiesto desprecio por la vida de los demás, las penas son aún más severas, porque se entiende que el conductor actuó de forma prácticamente homicida.

No debe olvidarse la negativa a someterse a pruebas de alcoholemia o drogas. Si después de un accidente la policía solicita al conductor que se someta a dichas pruebas y este se niega, se comete un delito independiente, con sus propias consecuencias penales, aunque finalmente no se acredite consumo.

También puede cometerse el delito de conducir sin permiso o licencia. Esta circunstancia agrava todavía más la responsabilidad, porque se demuestra que quien causó el siniestro no estaba habilitado para conducir.

Uno de los supuestos más graves es el abandono del lugar del accidente cuando hay víctimas. Si el conductor huye en lugar de auxiliar o esperar a la llegada de los servicios de emergencia, se enfrenta a un delito añadido, ya que el Código Penal castiga de manera ejemplar esta conducta por la desprotección en que deja a los heridos.

Por último, cuando un accidente provoca víctimas, pueden imputarse delitos de homicidio imprudente o de lesiones por imprudencia, según el resultado. Si alguien fallece, se persigue al conductor por homicidio imprudente, y si la consecuencia son lesiones graves, se aplica el delito de lesiones imprudentes. Estos delitos no están dentro del título de los delitos contra la seguridad vial, pero se tramitan de forma conjunta porque nacen directamente del siniestro.

Cuando un accidente de tráfico deriva en un procedimiento penal, las consecuencias legales pueden ser muy serias y abarcan distintos ámbitos que conviene conocer en detalle. En primer lugar, están las penas principales, que son las que impone el Código Penal como respuesta directa a la conducta. La más grave es la prisión, que puede llegar a imponerse en supuestos de homicidio imprudente (art. 142 CP) o en casos de conducción temeraria con desprecio manifiesto por la vida de los demás (art. 381 CP). En otros escenarios menos graves, la condena puede consistir en una multa en cuotas diarias, muy habitual en los delitos contra la seguridad vial, o en la imposición de trabajos en beneficio de la comunidad, una medida que en la práctica se utiliza como alternativa a la privación de libertad en ciertos delitos viales.

Junto a estas sanciones, también pueden imponerse penas accesorias o específicas. La más frecuente es la privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores durante un periodo que puede ir de meses a varios años. Esta consecuencia, que en apariencia puede parecer secundaria, impacta directamente en la vida diaria y en el empleo de la persona condenada. En algunos supuestos también se produce la retirada de puntos del carnet, lo que puede dejar al conductor sin autorización para circular, e incluso el decomiso del vehículo, aunque esta medida se reserva para casos muy concretos.

Otro aspecto esencial es la responsabilidad civil derivada del delito. El Código Penal (arts. 109 a 116) establece que la persona responsable debe indemnizar a las víctimas por todos los daños sufridos: lesiones, secuelas, perjuicios económicos, gastos médicos y daños morales. Para calcular esta indemnización se utiliza el Baremo de Tráfico, recogido en la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor (LRCSCVM), reformada por la Ley 35/2015. En la práctica, suele ser la aseguradora la que responde como responsable civil directo, aunque el conductor o el propietario del vehículo pueden ser responsables civiles subsidiarios en caso de exclusiones o límites de cobertura.

Una consecuencia que a menudo se pasa por alto, pero que tiene gran repercusión, son los antecedentes penales. Cualquier condena penal, aunque sea leve, genera un antecedente que puede afectar a oposiciones, trabajos en los que se requiera certificado de penales, contratación de seguros o incluso solicitudes de visado en el extranjero. Estos antecedentes pueden cancelarse si se cumplen los plazos y condiciones legales una vez cumplida la pena, pero hasta entonces permanecen inscritos en el Registro Central de Penados.

Por último, hay que tener en cuenta las medidas cautelares y procesales que pueden adoptarse incluso antes de la sentencia. Entre ellas destaca la retirada cautelar del permiso de conducir, que los jueces pueden imponer en casos graves durante la fase de investigación.

La responsabilidad penal y la pena que se imponga dependen de múltiples factores que los jueces analizan caso por caso. Entre ellos destacan los agravantes y las atenuantes, que pueden aumentar o reducir considerablemente la condena. Por eso es fundamental entender cómo funcionan y de qué manera un abogado especializado puede utilizarlos en tu defensa.

En el lado de los agravantes, se encuentran aquellas circunstancias que intensifican la gravedad de los hechos. Un ejemplo muy habitual es conducir con una tasa de alcohol muy superior a la permitida o bajo el consumo de drogas, ya que demuestra un desprecio mayor por la seguridad vial. También agrava la situación el exceso de velocidad grave, por ejemplo, circular a más de 60 km/h sobre el límite en ciudad o 80 km/h en carretera, puesto que el riesgo de causar un daño aumenta de forma exponencial. La reincidencia, es decir, haber sido condenado antes por delitos similares, es otra circunstancia que endurece las penas, ya que revela una conducta repetitiva y desprecio hacia la norma.

Asimismo, el abandono del lugar del accidente cuando hay víctimas, regulado en el artículo 382 bis del Código Penal, se castiga con especial severidad, ya que no solo se valora la imprudencia inicial, sino también la falta de auxilio y responsabilidad posterior. En casos más extremos, la conducción temeraria con manifiesto desprecio por la vida de los demás (art. 381 CP) constituye un agravante en sí misma y puede llevar a penas de prisión más altas.

En el lado contrario, las atenuantes juegan un papel clave en la defensa. Una de las más importantes es la reparación del daño, que consiste en indemnizar total o parcialmente a la víctima antes del juicio. Este gesto puede reducir de manera muy significativa la condena y en muchos casos abrir la puerta a pactos con la Fiscalía que eviten la prisión.

También se considera atenuante la colaboración con la justicia, como aportar datos, admitir los hechos en un juicio rápido o facilitar las investigaciones. Otro factor relevante es la embriaguez no plena, recogida en el artículo 21 del Código Penal, cuando el consumo de alcohol o drogas ha disminuido la capacidad de control del acusado, aunque sin llegar a anularla del todo.

Además, la existencia de dilaciones indebidas —cuando el procedimiento judicial se prolonga durante años sin justificación— puede reducir la pena final impuesta.

Finalmente, la conformidad con la acusación es una estrategia práctica muy utilizada: si el acusado acepta los hechos y llega a un acuerdo con el Fiscal, puede beneficiarse de una reducción de hasta un tercio de la pena solicitada.

En la práctica, estos elementos marcan una enorme diferencia. Un mismo accidente puede resolverse con una condena de prisión firme si concurren agravantes, o con una multa y retirada temporal del carnet si la defensa consigue hacer valer atenuantes. Aquí es donde el trabajo de un abogado de accidentes de tráfico en Alicante resulta decisivo.

Sabemos que estas situaciones siempre son complicadas. A la preocupación por las lesiones o el impacto en tu día a día, se suman llamadas de aseguradoras, trámites médicos, valoraciones de daños y, en muchos casos, la posibilidad de un procedimiento penal. En un escenario así, contar con un abogado de accidentes de tráfico en Alicante no es un lujo, es una necesidad real para proteger tus derechos y tu tranquilidad desde el primer momento.

La presencia de un especialista marca la diferencia porque te asegura que no estarás solo frente a compañías de seguros ni frente a los tribunales. Las aseguradoras suelen intentar cerrar acuerdos rápidos con indemnizaciones muy por debajo de lo que corresponde, aprovechando que las víctimas suelen desconocer el alcance de sus derechos. Un abogado de accidentes analiza tu caso en detalle, recopila los informes médicos necesarios, trabaja con peritos si hace falta y calcula la indemnización justa que debe cubrir no solo tus gastos presentes, sino también las secuelas y el perjuicio moral que hayas sufrido.

Cuando el accidente tiene implicaciones penales, la figura del abogado se vuelve todavía más esencial. Un procedimiento penal puede derivar en multas o incluso penas de prisión, y es ahí donde la estrategia de defensa debe construirse desde el inicio. Un abogado penalista especializado en accidentes en Alicante se encargará de estudiar el atestado, analizar la prueba pericial, buscar atenuantes como la reparación del daño y, si procede, negociar una conformidad con la Fiscalía que te permita reducir las consecuencias legales al mínimo.

Además, contar con un abogado local tiene un valor añadido: conoce de primera mano cómo trabajan los juzgados de Alicante y sabe cómo plantear la defensa o la acusación particular de forma más eficaz. Esta experiencia práctica resulta clave cuando lo que está en juego es tu carnet de conducir o tu libertad.

En Lawfidence lo tenemos claro: nuestro objetivo no es solo ganar un caso, sino devolverte la tranquilidad en un momento en el que todo parece complicarse.

Opiniones de clientes sobre nuestros abogados de accidentes de tráfico en Alicante

Creemos que la mejor carta de presentación no son las palabras técnicas, sino la experiencia real de nuestros clientes. Cada testimonio refleja una historia de superación tras un momento difícil, y para nosotros cada caso es mucho más que un expediente judicial: es una persona que confió en nuestro equipo para recuperar su tranquilidad.

Nuestro mayor orgullo es saber que hemos acompañado a quienes se sintieron perdidos frente a aseguradoras o en un procedimiento penal, y hoy pueden mirar atrás con la certeza de haber recibido una defensa firme y transparente. Las opiniones que leerás a continuación son la mejor prueba de nuestro compromiso: trabajar con empatía y dedicación absoluta para proteger tus derechos.